Yo de la sociedad en general
entiendo poco, pero me intereso menos. Lo digo como defecto por supuesto, pero
también como salvavidas. A mí la crispación me crispa… es lo que tiene… y por
eso intento no entrar al trapo. Porque lo de empeñarse puede tomarse de muchas
formas, pero solo se acciona de una… y es empeñándose. Así que me suelo empeñar
en buscar la actitud positiva buscando asideros, antes que dejarme arrastrar
por las inundaciones mientras desespero. Pero claro que también podría quejarme
y hay cosas que me molestan. Algunas cosas más que otras, fíjese usted.
Hay quien no respeta. Eso lo
primero. Y ahí es donde nos estamos tirando por la borda lo poco que tenemos de
humanos a día de hoy. Yo entiendo que pique perder. Al parchís, a las cartas o
al tema este de lo de rifarse los ayuntamientos. Pero hay que saber perder. Que
al fin y al cabo el objetivo es común… o debería de serlo… ya sea pasar un buen
rato entre todos o gobernar para el bien de todos… y si no, no juegues. Así que
los rollos de amenazas, de rápidos “te lo dije”, del “ya lo sabíamos”… no me
aportan nada. Porque no son constructivos que es una palabra preciosa que en
esta amplia tierra hemos denostado hasta llevarla al simple pensamiento del
ladrillo y por ende, de la corrupción. Porque somos así. Y es tan necesario ser
constructivos a día de hoy… que rápido nos pierde la boquita y en que pocas
ocasiones damos duda u oportunidad como primer fogonazo. Por mi parte,
intentaré que mis gritos sean siempre para dar ánimos.
Yo no entiendo demasiado de
economía y me intereso menos. Lo digo como defecto, por supuesto, pero también
con cierto recelo. Me pierdo entre términos absolutistas de si el euro es bueno
o malo o rojo o azul. Y en el día a día de estos tiempos, donde las píldoras de
información que conforman relatos e historias, se construyen olvidando
por completo lo que viene siendo una preciosa palabra de nuestro diccionario
que se conoce como “contexto”, pocos tienen la paciencia para no
hilvanar demasiado rápido 2 con 2 cuando ven un 4 como resultado. Y si, es lo
más plausible. Pero existe el 3 + 1, y las restas y las divisiones y todo un
mundo de las matemáticas que nos lleva a ese resultado. Así que miremos el
contexto. Y no tengo yo soluciones a Grecia, ya me gustaría, mire usted. Sería
cojonudo. Pero me preocupa que haya más gente queriendo por morbo una
bancarrota que una solución dialogada. Aunque las dos al final escuezan. Por mi
parte, intentaré que mis puntos de vista no lleven anteojeras.
Yo no entiendo demasiado de
educación y me intereso menos. Lo digo como defecto, por supuesto, pero supongo
que alguno dirá que todavía no me llegó la hora. Y sin embargo creo que es una
lacra el que podamos estar pensando así. El que no queramos ver que nuestra
actitud contagia, moldea y se transmite a los que tenemos alrededor. Y ahora
busquemos la definición de educar para ver si encaja en esos mecanismos de
transmisión. Ya sea de lo que sea. Por eso cuando pequeños estímulos (ya sean
textos, noticias o la providencia), me hacen caer en la cuenta de como me
siento hacia este tipo de ignorancia a la hora de reconocer que nos estamos
equivocando… me lleno de esperanza. Porque los pequeños gestos cuentan. Que se lo
digan al Ministerio del Tiempo. Y yo por mi parte, intentaré superar la pereza
y la desgana junto al mando a distancia, con tal de luchar contra valores
vacíos.
1 comentario:
Nunca hay que parar de intentarlo.. Que bueno volver a leerte! ;)
Publicar un comentario