domingo, 29 de agosto de 2010

Algunos grandes momentos del verano



Soy un loco de las listas. No puedo (ni quiero) remediarlo. Así que, para mí, un repaso del verano (y saltándome muchos días) es algo parecido a esto:

Sentarme en una butaca de cine mal colocada. Cual rey en su trono, si no llego a cambiarme, a día de hoy solo gritaría por acabar con el dolor de mi espalda.

Sufrir una tormenta a las 4 de la tarde en pleno agosto en medio de Castilla La mancha.

Recibir la bronca de una camarera en un comedor al ver que dejaba todo el plato: “¿Ya no comes más? Pues tu estás en edad de crecer”.

Disfrutar de la comprensión de otro camarero que al explicarle que no podíamos comer más pizza por la resaca contestó: “No me digas más. ¿Os la pongo para llevar?”

Reparar un lunes en que después de toda una semana de fiesta, se puede sufrir síndrome de abstinencia.

Organizar un sábado por la noche una salida a un concierto para todos mis amigos… en Cádiz… desde Madrid… y sin posibilidad de ir.

Recuperar la palabra “pedufli”.

Hacer un botellón a las 5 de la tarde en la feria de málaga mientras invitaba a media plaza a tortilla del mercadona y acababa cantando Volaré junto a unos italianos con una guitarra de juguete.

Bañarme en el charco* y sobrevivir. *(piscinas naturales en el cauce de un río, rodeadas por inmensas piedras que parecen estar diciendo “ven, písame sin miedo, no seas tonto, que el musgo de mi superficie no es resbaladizo como los nativos del lugar intentan hacerte creer”).

Ser levantado a pulso por amigos y algunos desconocidos en una abarrotada plaza de málaga mientras hacía de Superman.

Aprender que “Palen… mola”

Ver con mis propios ojos “el toro de fuego”… o como perseguir el peligro.

Pasar un inolvidable fin de semana en Santander y (casi) acabar durmiendo en el coche.

Jugar al rosco de pasapalabra con pueblos de Andalucía y que una valenciana nos gane a un malagueño y a mí.

Estar en dos ferias y bailar dos tristes sevillanas. Eso sí, inventamos el duro-rueda alrededor de un barril… y vaya si fue efectivo.

Cenar sal con alitas de pollo.

Sufrir in situ una estampida humana a la salida de una discoteca y al grito de “esconderme que me matan”.

Descubrir mientras estoy bailando que la letra de la canción reza: “subete la falda que quiero verte el tanga, dale más parriba que yo quiero verte el… (sonidos guturales que riman con toto).

Ver a una güiri en pelotas salir de un baño.

Caminar 2,5 Km a las 8 de la mañana después de una noche de fiesta disfrutando del amanecer y de aire puro.

Quedarme dormido en un balcón.

El visionado de Toy Story 3.

Descubrir mi amor secreto por Dora la Exploradora y Patricio Estrella.

Liberar mi odio oculto (o no) por Macaco.

Idear una escala de sueño para medir cuan dormido llegamos a la oficina y promover una campaña para la erradicación de las coliflores.

Ver fuegos artificiales lanzados por un becario mientras en la playa de al lado estaba la misma versión manejada por profesionales.

Bromear con una amiga y su parecido acento al Esmirriao.

Entristecerme por 5 minutos y seguir adelante.

Asustarme en el momento en el que el recepcionista del camping, mientras buscaba nuestra reserva, dijo: “no quiero asustaros pero…”.

Quedar para tomar una horchata por la tarde y acabar haciendo una conga a las 4 de la mañana al son de la bilirrubina en un bar decorado con mosaicos de Lola flores.

Bañarme de noche en la playa.

Todos y cada uno de los discos nuevos que he descubierto.

Asistir de improvisto a una fiesta de la toga organizada en El Puerto.

Ser víctima de un secuestro en un intento por llevarme al camping a las afueras del pueblo utilizando un atajo. Perdidos en la inmensidad de la noche y por caminos sin señalización, con el coche en reserva y con un arsenal de alcohol como para 12 personas, mi único pensamiento era si no habría escondidos en el maletero una pala o un pico y si las jocosas amenazas de muerte de mis acompañantes no irían en serio.


No hay comentarios: