viernes, 2 de julio de 2010

Transformación


Se eriza el vello en mis brazos.
Se me escapa el aire en cada salto.
Se nubla mi vista con los días claros.

Mi corazón bombea más lento de lo habitual.
Precisamente cuando mi cerebro le ordena lo contrario.

He dejado crecer mis escrúpulos y ahora los veo caer por su propio peso.
Y me estoy quedando huérfano de apoyos.

Vago por las calles y los días. Y siento agudizado mi habitualmente inoperable sentido del olfato. Muerdo y disfruto. Pero me levanto desnudo en medio de los parques y el desconocimiento es más doloroso que las heridas que voy luciendo.

La rabia sigue siendo muda. Pero ahora siendo sonámbulo, hay momentos en los que no puedo responder por ella. Incluso diría que me esta creciendo el pelo más rápido de lo que puedo recordar.

Pienso en dejarme ir y no luchar más.
Pero me aterra que esto sea permanente.

Me aterra no reconocerme en el espejo las pocas ocasiones que soy capaz de mirar.

Me aterra lastimar a alguien.

Y sobretodo... me aterra que el efecto de la luna llena no sea capaz de contenerme.


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