jueves, 21 de junio de 2007

Diario de a bordo: París (Parte 1)

Comienzo hoy, una serie de relatos basados en hechos verídicos. Lo que se puede llamar vulgarmente como un diario de viaje. Tengo unos cuantos y mi intención es ir colgándolos, para que no caigan en la papelera en un descuido, o en el más terrible destierro al país del polvo y la suciedad en mis estanterías. Están escritos tal como en su día fueron creados: ya fuera con la ayuda de colaboradores y compañeros de penurias y aventuras, o como el cansancio de tanto turismo me permitió en ese momento. Supongo que algo del espíritu, quedará...

En primer lugar, el más reciente. En Marzo pasado, estuve en París con unos amigos un poco de visita, un poco de gorroneo, un poco cumpliendo una promesa. Los integrantes del viaje en la foto de abajo: Bea, Miguel, Chio, Valle y Ana (de izquierda a derecha). Un servidor se pasó buena parte del tiempo echando fotos, así que poquito salgo. Para poneros en situación, desde aquí viajamos Ana (mi hermana), Miguel y yo. Nuestro destino era la casa de Chio y Bea (en aquellos momentos, trabajadoras parisinas de pleno derecho en el gremio de "ponga usted el brazo que ya verá como no duele", useasé, enfermeras.). Un día después de nuestra llegada se uniría nuestro amigo Valle (de beca Leonardo en Lyon), para pasar el fin de semana.


Y todo ocurrió así...




Jueves 15 Marzo: Una visita programada

Bueno señores… que ya se acabó lo que se daba. Tanto tiempo con el billete comprado para Paris… y en cinco días se me ha pasado. Como un suspirito vamos. Pero eso sí… me lo he pasado genial. Os cuento un poco (aunque no se como puede acabar esto):

El viaje comienza con mi hermana Ana, con Miguel y un servidor… cargadito con el maletón, tirando hacia Sevilla el pasado miércoles para dormir en casa de Laura. Como podéis imaginar, Laura, antigua Erasmus parisina, nos hace un planning detallado de TODO lo que hay que ver en París y TODO lo que nosotros vamos a ver. Apretadísimo vamos. Me acojone un poco al pensar que no tendría tiempo ni para dormir, pero bueno. Algo se sacó.

Madrugón para ir al aeropuerto, pero eso si, después de muchas coñas con el capitán Jordi y de abrocharnos los cinturones, caímos dormidos antes incluso de despegar. Una vez en París, teníamos que buscar la casa de Chio y Bea. Digamos que no tuvimos problemas aparte de los que acarrea un maletón en el metro. Chio trabajaba esta tarde-noche, así que después de comer en un chino (nada que ver con los españoles… estos son chinos con comidas chinas, ricas ricas), pues nos fuimos con Bea a dar una vuelta por el barrio latino. Llegada a Chatelet, primera vista del increíble palacio de Justicia, búsqueda incesante de un baño, llegada a NotreDame, primer crepe del viaje… bueno, todo lo típico de un paseo por la ciudad.

(Primer crepé que nos zampamos en lo que se tardá en decir "pongame otro")

Encontramos una biblioteca antigua (denominada de Shakespeare), donde si te coge un terremoto, mueres por aplastamiento de libros del siglo XVII, que es una especialidad nueva. Después de pasear por toda la zona, llegar al centro pompidou, ver como una hippie con cariocas incendiarias se deja una bonita cicatriz en un brazo y ver el edificio del Louvre de noche mientras empezamos a sentir el pelete francés, decidimos volver a casa con pizzas en la mano para terminar el día.

Viernes 16: Como comer en París a las 5 de la tarde.

A la mañana siguiente Chio nos despierta con café y dulces (nunca subestiméis el poder del amor y del peloteo). Como el madrugón ha sido considerable, Bea trabaja y Chio se comía la cama, pues allá que partimos los tres hacia la aventura francesa. Primera parada, escuela militar, jardines pelados y torre infiel. Los turistas desconocidos se convierten en antiguas amistades en el transcurso de la enorme cola, así que decidimos pasear y dejar la ascensión para otro momento. En Trocadero, mientras Ana simpatiza con el populacho, Miguel y yo nos dedicamos a tomar el sol. Nada… que tenemos que seguir. La Opera nos sorprende con un hermoso cartel que dice que el único día que cierra al año… es ese mismo. Frustrados, buscamos la vista desde la azotea de las galerías lafayette, pero entre colas innecesarias y sección de juguetes, planta 5, tardamos un poco en llegar. Curiosa el área para no fumadores… al aire libre.

Como Chio y Bea todavía no dan señales de vida, y Valle ya ha llegado, quedamos con él a las 6 en el Louvre, y nosotros buscamos un sitio para comer. En el camino… Cartier, Bulgari, Tiffanys… en fin… una serie de tiendas, para ir del taco. Que si no, ni mires. Llegamos a Plaza Vendome, donde encontramos una serie de 20 descapotables, con sus respectivas conductoras francesas. A continuación, Iglesia de la Madelaine, embajada francesa (más cochazos), y una señora de la rioja afincada en Paris para los restos que ya a las 4 y media de la tarde nos recomienda que vayamos a comer a un Maldos (Mcdonalds para los no entendidos). Descojone general. Después de pasear desesperados y casi matar a Miguel por lapsus que no vienen al caso, conseguimos comer para llegar a tiempo al Louvre.

Una vez dentro, gratis por supuesto (cosa que no pueden decir nuestros amigos de habla gala, Chio y Valle), pues que decir… que más se puede decir del Louvre que no sepáis ya… un coñazo vamos!! Como todos los museos! Gran palacio eso si, bonitas habitaciones que se gastaba el Napoleón, y lugar ideal para ligar los viernes por la tarde, con miles de estudiantes franceses de arte pululando por allí. Aparte de eso… acabamos reventados. Pero después de todo el día… queríamos cenar!! Los 5 pusimos marcha hacia un restaurante vasco donde si os digo que comimos de puta madre, me quedo corto. Pero como se acerca la hora de comer, y me veo con un plato de sopa aquí, mejor no digo na mas. De vuelta a casa, nos preparamos para la noche más larga de mi vida. Lo que el día anterior fue solo un susurro por el cansancio, esa noche tomo dimensiones más reales. Y los ronquidos de Miguel, se hicieron notar. Con decir que Valle acabo durmiendo en el pasillo, yo en otra habitación y que el cabreo de Ana durante el día siguiente era más que patente… creo que sobran las palabras. Como sobra decir, que Miguel nunca más volvió a dormir en el salón ni rodeado de otra persona en el mismo edificio por los siglos de los siglos, amen. Dice que no, pero yo creo que él mismo se despertó a si mismo, y decidió ir a por el desayuno para todos.

(Mi hermana Ana y yo tras una cena en "El vasco")

(continuará...)

3 comentarios:

Unknown dijo...

que envidia!!!:) pero sana, sana!Besos!

Sire dijo...

Próximamente yo también visitaré esa ciudad... ¿qué me recomiendas ver??

Argan dijo...

Sire, vamos a ver... aparte de lo evidente y conocido: torre Infiel y los jardines, Notredame imprescindible, la ópera por dentro es una pasada, el Louvre aunque solo sea por ver el palacio.

Ahí otros sitios que merecen la pena, apunta (aunque si quieres ya otro día con más calma hablamos).

- Pasearse por el barrio latino, el sena, divisar el palacio de justicia, etc.
- Visita obligada es el barrio de Montmatre (o los pintores), el Sacre Coure y un paseo por el barrio de Pigalle.
- Me encantó el cementerio de Pere-Lachaise, y me quedé con las ganas de ir a las catacumbas (por estar cerradas).

Esto es un poco por encima. Siempre hay cosas que ver en Paris!