miércoles, 6 de junio de 2007

La extraordinaria complejidad de un plato sencillo


Hoy me ha vuelto a pasar. No será la última, ni fue la primera, ni ninguna de las de en medio. No sé porque algunas veces si y otras no, pero el caso es que la pasta crece en mi plato. No es que yo ponga un billete de 5 euro y voilá... entrada pal piso... no. Pasta... italiano... carbohidratos que dicen los de las dietas. Que se pone uno a comer... y no para... pero no acaba.
Mira, ya sean spaghettis o macarrones... el caso es que te sientas delante del plato, confiado, hambriento... incluso feliz. Coges el tenedor con ganas y no pierdes el tiempo.
Uno, dos... tres.

Macarrones... un poco de atún... mojas el tomate...
¡joder!, que rica esta la salsa... más atún...
voy a aprovechar el miajón que luego se pone tieso...
macarrones, más macarrones... más y más macarrones...
¿el plato es rojo?... el último trozito de pan...
te limpias el sudor de la frente...
que rápido se han enfriado ¿no?... otro más...
¿este es el almuerzo de ayer... de hoy?...
todavía el atún tiene buena cara, confías en que no haya caducado...
el tenedor sigue subiendo y bajando incansable...
casi sientes que lleves jugando al tenis 3 meses...
ni siquiera recuerdo si estaban ricos... sosos...
bebes agua, respiras... miras el plato...
¡¡¡joder!!! ¿¿¿donde coño esta el fondo???...
lo levantas... nada,
miras debajo de la mesa buscando al cabrón que está dejando sin atún las almadrabas y esta cociendo macarrones para que tu sigas comiendo...
nada...
otro más...
por tus santos cojones/ovarios (la paridad por delante, será por macarrones...) que te acabas el plato...
ves turbio... de repente oyes una voz...
el pescado con patatas de segundo te mira:
"¿y yo pa cuando picha?"...
te recuestas... vuelves a mirar el plato...
vislumbras algo blanco...
"¿¿quizá se estén acabando??"...
sigues con fuerzas renovadas...
masticas cerrando los ojos confiado...
pero al abrirlos todo vuelve al maldito color del tomate...
empiezas a separar los que te quedan...
"¿se estarán apareando??"...
"¿que hace ese atún ahí todavía!???"...
ese pimiento tiene raíces nuevas...
te limpias con la servilleta... respiras...
miras a la mesa y sentencias:
"La verdad es que no están muy buenos...
voy a dejar los cuatro que quedan... ¿alguno quiere?"

Lo malo es vivir solo, estudiante...
y sin dinero para comprar atún.

Para Rebe

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