Que mi voz no es un grito, no es un susurro, que no es tu
excusa.
Que mis oídos no oyen nudillos, no están oxidados, que
tienen tus latidos.
Que mis ojos no son huecos, que no son negros, que ven tus
anhelos.
Que mis acciones no te aplastan, que me pisarás sin dudarlo…
que nuestro abrazo es sólo nuestro.
Dime que lo estoy haciendo bien.