lunes, 20 de diciembre de 2010

Yo más


  • Me he encontrado esta mañana un euro en el suelo de la cafetería.
  • Eso no es nada, el sábado pasado encontré yo 10 euros junto a la barra del bar aquel donde me entró la chica morena con la excusa de que le prestara las gafas.
  • Sí, alguna vez me han dicho algo así, pero más exagerado fue la que me tiró la cerveza a los pies y luego me pidió que la invitara a otra. Desde luego la gente, tiene la cara de cemento armado. No entiendo a que juegan, como si fuéramos tontos, como si uno no hubiera vivido ya cosas así. ¡¡Que venimos de vuelta por dios!!
  • Y no te conté la pelea que se montó entre dos tíos por culpa de una chaqueta.
  • Espera, espera… pelea la que vi desde mi balcón hace un mes. Un tío entró en la peluquería y empezó a gritar a una que estaba esperando: que si le había mantenido, que si quién se creía que era...
  • Bueno, eso no es nada comparado con la que me montó a mi Rosa cuando le dije que no pasaba las vacaciones con ella. Yo hasta arriba de curro, sin poder pedirme más días y no se le ocurre otra cosa que montarme una bronca en medio de…
  • Ya sí... algo me contaste... ¿pero no te acuerdas de la que me armó a mi Ana por lo de fin de año? ¿¿No te lo conté?? Resulta que ella quería irse a pasar unos días a Londres y aprovechar para pasar allí el día uno… bueno pues…
  • Oye una cosa... ¿y donde pasas tú esta Nochevieja?
  • ¿Yo? No lo sé todavía… creo que vamos a hacer una fiesta en casa de un amigo de un amigo. El año pasado estuvimos allí también y fue un descontrol.
  • Nosotros si que lo pasamos bien… fuimos cerrando los bares, llegamos para montar la mesa de la comida de año nuevo con la corbata todavía puesta en la frente. Menuda cara que puso mi madre.
  • Cara la de la mía cuando le dije que este verano no contara conmigo para pintar el trastero, que tenía ya planeado un viajecito que quería hacer desde hace tiempo. Tenemos pensado cogernos el coche e irnos por toda Europa a pasarnos un par de meses deambulando.
  • Viaje alucinante el que yo quiero hacer con mi Luis por Estados Unidos. Recorrernos Las Vegas, el Gran Cañón, San Francisco...
  • Pa eso, prefiero irme al Amazonas.
  • Paso... un colega casi palma de una enfermedad que pilló allí.
  • Casi palmo yo por el virus que tuve el año pasado que no sabían que era y estuve en cama 2 meses, ingresado en el hospital la mayoría del tiempo, hecho un auténtica mierda…
  • Joder, ¿¿y no te acuerdas las que pasé yo con lo de la pierna por el accidente?? ¿Qué estuve en rehabilitación un año entero? Y aguantando a todas las amigas de mi madre cada dos por tres de visita.
  • La verdad es que son de lo que no hay macho. El otro día, llego a casa, y están las de la mía discutiendo que si una tardó tantas horas en parir, que si la otra había tardado dos días… que si otra se tiró un mes después de salir de cuentas…
  • Pero no en serio, mi madre con las suyas es peor, como se pongan a rajar es que pueden no parar en toda la tarde y como te pillen de por medio, te ponen a parir…
  • Eso como mi hermana… menuda es. Me saca de quicio de verdad. Todos los días dando por saco.
  • No no, el mío si que se lleva la palma. Esta mañana casi le doy un sopapo por despertarme para no sé que de que le acercara a por churros. Que con la resaca que llevaba esta mañana pa churros estaba yo… que me acosté ayer a las mil…
  • Resaca la mía, menuda borrachera me cogí el viernes… acabe abrazando cada esquina desde el bar hasta casa. Así estaba ayer, que no podía ni con mi alma. Y la pasta que me dejé. Que no quiero ni mirar la cartera.
  • Apunta, yo si que me he gastado dinero este mes. Entre la bici que me compré, las copas y un par de cosas más que he tenido de improvisto… pánico le tengo a la cuenta.
  • Yo si que estoy arruinado, que no he cobrado todavía lo del trabajo de hace un par de meses y estoy a base de macarrones y atún… menos mal que me he encontrado esta mañana diez euros en el bar.
  • Pues Irene se encontró un billete de 50 euros el otro día en el botellón…

No hay preguntas. No hay interés.
No hay preocupación. No hay prudencia.
Es el yo más. El veneno comparativo. El yo gano.
La diferencia entre oir y escuchar.
Ya no hay conversaciones. Ahora escalamos en cada frase para mirar al otro desde arriba.
Lo veo todos los días.
Y en cada ocasión, enfermo un poco más.
Combatirlo es dejar el hacha y escupir el cuchillo para que los grandes momentos, definidos como interacción, parezcan así más intensos.
De todo corazón... en ocasiones, no me hace daño morderme la lengua.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sotiel

Existe un lugar en Huelva llamado Sotiel Coronada donde la carretera apenas suspira al atravesarlo de lado a lado. Hay frente al centro cultural donde tantas veces jugué al bingo, un singular porche que hace de preámbulo a una casa, escenario de mil y uno de mis recuerdos de infancia. Un pequeño salón deja a la izquierda una escalera de 4 peldaños que desemboca en una fría habitación donde mi familia ha dormido tantos días de verano como de invierno. Todos juntos, en apenas dos camas, con una pequeña ventana que dejaba entrar el olor del monte y la naturaleza que escama la zona. Mi madre se inventó el masaje de ojos en una de esas camas para aliviarme cuando estaba enfermo. Anexa al primer salón, hay otra pequeña estancia, presidida por una mesa redonda y una gran chimenea. Allí se sentaba mi abuelo a contar batallas de su adolescencia. Decía que había sido trapecista, piloto, escalador… todo había ocurrido en aquella pequeña aldea. Yo por supuesto dudaba de cada historia, pero era incapaz de separar la sonrisa de orgullo de mi cara. Aquella chimenea tenía olor a castañas asadas en barro. Y la imagen de brasas rojas tostando pan para desayunar. La mesa llena de tazas de café, la mantequilla, los cubiertos y el cuenco de fruta. Mi familia entraba y salía de aquellas 4 paredes, voz en grito, sentándose a desayunar y riendo y gritando para que el resto se levantara. La puchera, los cremas de huevo, el aguardiente. La cocina escondida tras el patio era un hervidero que nunca estaba tranquilo. Los días se hacían tan cortos... Recuerdo aquella mesa con botellas y mantas alrededor. Y una mano de cartas. Mil veces estuve en verano y no puedo dejar de pensar que siempre había brasas en la chimenea. Es un sentimiento reconfortante el saber que el olor de pan tostado aviva todos esos recuerdos… me hace saber que están todos ahí.

Hay fuegos que se dejan apagar. Hay restos que debemos soplar para que sigan brotando. A veces no puedo elegir cual de ellos va a perdurar. Con Sotiel, sería ir contranatura. Y mi abuelo no me lo perdonaría. En otras ocasiones debo recurrir al cubo de agua y crear humo negro que solo va a ensuciar las paredes. Pero no puedo albergar todos los fuegos y arriesgarme a quemar mi casa.